viernes, 2 de julio de 2010

II. Zona catastrófica: ¿Asentimental?


Llegados a este punto tal vez se planteen ustedes el marco temporal en el cual poder enmarcar a nuestros personajes, pido que no se obsesionen con esta cuestión ya que a lo largo de la historia les será difícil identificarles en una época concreta o acotada. Esto es así porque ellos mismos, horrorizados de esa ficción momentánea llamada presente, eligieron en un punto concreto de sus vidas, dolientes ante sus coetáneos y su mundo, refugiarse en un momento inconcreto de su pasado o su futuro de la manera más activa posible, luchando contra la aparente obligación de vivir en su tiempo, luchando por volver a un mundo apasionado, un mundo plagado de personas, de humanos, decidieron huir de su recuerdo, vivir un recuerdo para sus futuros y un sueño para sus pasados, eligiendo su propio tiempo de manera consciente y aceptando con ello todas las incongruencias de la vida y la realidad en su estado más crudo, siendo ciudadanos del nunca, del siempre, del a veces. Y ahora les dejo con ellos.



Del diario de Marie:


Me veo hoy aquí abocada a contarme esta serie de hechos, que se me avalanchan cada mañana al abrir los ojos, lo haré de la manera más objetiva y asentimental que mi condición me permita, ya que como bien saben todos escribo desde mi condición de mujer, de sujeto, bajo unas condiciones determinadas y un ánimo concreto. Yo y mis circunstancias.


A estos hechos que acontecen y me secuestran los denominaré zonas del infierno, y las dividiré en tres grandes grupos infinitamente divisibles por la mente, por lo cual esta es una división completamente arbitraria que supongo, realizo cayendo en mi propia trampa subjetiva.


Pre-infierno; es el cual en el que Dios, en un acto de misericordia o pena, no sé si tildar de consciente, coloca a los niños hasta que estos empiezan a tomar plena consciencia de lo que ocurre a su alrededor, esta toma de conciencia, amplia su campo de visión, lo cual unido al lastre que la información nueva supone en su cerebro les hace descender al siguiente estadio.


A lo largo de este estadio estos se dedican a reír de manera inconsciente y sincera, sin tener visión del futuro, que por otra parte no necesitan, ya que esta supone de manera necesaria el paso al siguiente estadio, por lo que en esta etapa, dure lo que dure y en proporción a la misericordia de Dios a lo máximo que podemos aspirar es a saber lo menos posible el mayor tiempo que podamos.


Infierno; es consecuencia directa de la libertad y el lastre que nos aporta el conocimiento evidenciando nuestra realidad, la mayor parte de los sujetos que se creen en su mayoría afortunados en comparación con los del tercer grupo no rebasan nunca este nivel, los que lo hacen no lo hacen más que movidos por un índice de conocimientos mayor del soportable con un índice de certezas inversamente proporcional a este.


A lo largo de este estadio, no debemos ni podemos aspirar a nada más que a saber lo menos posible y a que dure el menor tiempo que podamos, esto no suprime el esfuerzo moral intrínseco que debemos hacer en la medida de lo posible, de sofocar las llamas que lamen las llagas ajenas, nuestra permanencia en este estadio es inversamente proporcional a la misericordia de Dios.


Sub-infierno o zona catastrófica, a este estadio mirado con pena por los del intermedio pertenecen aquellos cuyo lastre de conocimiento ha rebasado de manera insostenible indirectamente al de certezas, provocando un colapso que les devuelve a un estadio similar al pre-infierno, pero en vez de protegido por la misericordia de Dios, es aquel en el que descarga toda su ira, hay quien lo llamaría “sus renglones torcidos”, sus dementes, pero yo no creo que esto ocurra bajo esas condiciones de inexperiencia ,sino como un castigo a la humanidad por impedir que sus conocimientos le den más certezas que dudas sobre su persona.


De esta zona no puede esperarse nada, ya que nos es imposible conocerla desde el estadio intermedio, hasta cierto punto su permanencia y los beneficios para con sus criaturas no me conviene a mi decidiros sino a cada una de ellas en función de su dolencia, así pues estos subterfugios del conocimiento están poblados por nuestros sabios y ellos ya no esperan nada, desde fuera yo sólo espero que puedan soñar el cuarto estadio hipotético no necesario desde el primero pero salvador para el infierno.


Cuarto estadio que no nombraré por miedo a que su hipótesis sea tan vana como la sombra de una sombra y el conocimiento sobre este me arrastre al tercero, por lo que tal y como prometí y en la medida de mis circunstancias aquí tienen el mundo tal cual se me avalancha cada mañana, nada más y nada menos que la realidad contada desde dentro con la objetividad de un supuesto fuera…



Marie miró los folios de arriba abajo y los rompió una vez más, no podía escribir nada, no podía crear nada, el dolor la asaltaba a cada instante, su pérdida, su ausencia, su falta, la enloquecía, y pasaba desde un tiempo a esta parte por la vida sin que esta pasara por ella, ciega y sorda, embotada en sus propios sentimientos, sin atreverse a mirarse a ella misma por miedo a lo que encontrar, por miedo a no ser quien ella espera, y por miedo a haber perdido su propia identidad al haberle perdido a él, mutilada, ese era el sentimiento, de que le hubieran arrancado un trozo de alma, un trozo de corazón. Llevaba días sin comer más que una caja de galletas rancias, sin ducharse, ni lavarse, ni arreglarse, ni dignarse a coger el teléfono o salir de casa. Por el momento la habían dejado en paz, pero no permitirían que la situación se alargase mucho más.


Al tercer día de su encierro sonó el timbre. Era Yago. Entró en la casa con su llave, sin esperar respuesta de dentro, porque sabía que no la obtendría, llevaba varios días esperando más de media hora en la puerta, estaba muy preocupado y no esperaría ni un segundo más a saber cómo estaba ella. Nervioso y con las manos temblorosas abrió la puerta, tenía los ojos arrasados en lágrimas, fue asomándose a las habitaciones en una impaciente búsqueda de Marie, la encontró en el salón, sentada en el suelo y rodeada de papeles, estaba sucia y parecía desmadejada, como una muñeca de trapo rota, tenía una crisis de ansiedad y respiraba con dificultad. Soltó las cosas en una esquina y se acercó a ella corriendo sin saber muy bien qué hacer.


-¡Marie!, oh cielos.


Estaba completamente pálida y los párpados estaban rodeados de capilares rotos, parecía que la hubieran pegado. Sin saber si era o no lo correcto la obligó a tumbarse en el suelo, tenía las pupilas completamente dilatadas, y comenzó a masajearle el cuerpo para que le circulase la sangre con normalidad, poco a poco le fue volviendo el color al rostro. Pasados un par de minutos intentó hablar, pero lo único que acudió a sus labios fue su propia bilis. Yago la incorporó para que pudiera vomitar y tras ello pareció sentirse mejor.


- Gracias- dijo con la voz ronca y quebrada por el llanto.


Los hombros empezaron a convulsionársele y Yago no supo más que abrazarla. La meció como a una niña acariciándole el pelo hasta que se calmó, en silencio él también lloraba.


- Tienes que comer algo ¿Vale?, voy a ver qué te encuentro en la cocina.- Marie asintió con la cabeza- ¿Te dejo aquí sentada?


- No, voy contigo.


Fueron juntos a la cocina y ella se quedó sentada en una silla. Nadie había recogido nada desde la última comida, que parecía haber sido bastante tiempo atrás. Yago buscó entre los armaritos de la cocina cualquier cosa rica en azúcares que le hiciese reponer fuerzas y no requiriera mucha preparación, finalmente se decantó por un bote de melocotón en almíbar, lo cortó y lo puso en un plato limpio, se sentó con ella en silencio mientras lo comía lentamente.


-Quiero ducharme, me siento sucia- dijo ella cuando acabó.


-¿Necesitas ayuda?- se ofreció.


- No, solo que… no te vayas por favor.- Yago sonrió levemente.


-No me iré.


Cuando ella hubo acabado Joan la obligó a acostarse, y le dijo que pasaría la noche en el sofá por si necesitaba algo, pero ella insistió en que durmiera en su propia cama así que se acostaron ambos vestidos, el uno al lado del otro, esa noche fue la primera en que durmió ella y una de las muchas que no durmió él.


Por la mañana fue él quien necesitó la ducha, después salieron a desayunar fuera, la noche de sueño le había hecho recuperar a Marie esa belleza que siempre había extasiado a Yago, Marie como recién salida de un cuadro impresionista, volvía a tener esa colorista cara difícil de evitar, los ojos grises y felinos, la mirada perdida, la nariz suave, los labios gruesos, la frente despejada y las mejillas rosas. Su pelo le caía a los lados en largos e interminables rizos castaños y ahí frente a la ventana se recortaba su contorno en el claroscuro de luces, presentándola como una divinidad, una divinidad triste y tal vez decadente, como una amapola tronchada y mustia que pugna por sonreír agradecida a su amigo. Estos pensamientos le restallaron como latigazos en el corazón al sentirse un traidor para con su amigo recién muerto, pero ella era tan bella, que el corazón se le enternecía con tan solo mirarla, y tenía que hacer verdaderos esfuerzos por no llorar al ver esos ojos devastados.



Tras el desayuno la dejó en casa y se fue al estudio, prometió ir a verla después del trabajo, por alguna razón desconocida no podía parar de pensar en ella, ni en su olor, en su voz, en su risa, necesitaba oír su risa de nuevo para poder estar bien, para poder sonreír el mismo. Sin embargo quizás lo que pasase en las próximas horas sería demasiado para su propia felicidad, para su propia subsistencia.


Cuando volvió a verla ella estaba con las maletas preparadas.


-No puedo quedarme aquí, todo me recuerda a él- dijo con lágrimas en los ojos.


El asintió a medida que sentía que se le rompía el alma, la abrazó para que ella no le viera la cara y lloró de nuevo.


No sabía que haría ahora, la quería, la había querido desde siempre, desde que eran unos críos y ella había empezado a salir con Elías, pero Elías siempre había sido el chico tímido del grupo, que no había estado con ninguna chica y adoraba a Marie, él que sin embargo por aquella época era ya un bohemio empedernido sin ninguna timidez para mostrarlo salía con la chica más popular de la escuela de artes, no podía interponerse entre ella y su mejor amigo, ¿qué clase de persona habría sido?. Sin embargo desde entonces no hubo a sus ojos ninguna otra mujer, ninguna otra musa. Con el paso del tiempo habían conservado la amistad y ella era una de sus mejores amigas, casi la única para ser francos y ese era el mayor obstáculo para su felicidad, si hubiera podido darla de lado quizás habría vuelto a ser ese ser risueño que fue algún día, pero sabía que no podría hacerlo, y menos en esas circunstancias, al fin y al cabo él mismo poco importaba, sólo era otro ser mezquino más, y ella un alma pura y bella, mutilada. Le daba miedo pensar, que este giro inesperado fuera quizás una segunda oportunidad para él, le daba miedo querer pensarlo.


-No será mucho tiempo, en seguida me buscaré algo y venderé la casa.


-Puedes quedarte el tiempo que quieras, será un placer. ¿Qué vas a hacer con sus cosas? ¿Necesitas ayuda?


- Ahora mismo no puedo tirar nada, ni quedarme con nada, de cualquier modo es algo que tengo que hacer sola, gracias igualmente.



Por duro que fuese el pasado, o esta ficción a la que algunos dan en llamar presente siempre es más fácil mirar atrás que hacia delante, el futuro siempre es incierto, y no creerte capaz de soportar algo, no creerte capaz de sobrevivir a su falta puede ser peor que lo que ya has pasado, que lo que ya has conseguido soportar, ya te sabes capaz de lo que has hecho y es por ello que cualquier tiempo pasado fue mejor, como dijeron los sabios, quizás no tengo ningún derecho a juzgarla por su miedo al pasado, quizás sea mi miedo al futuro el que me impide ver ninguna otra cosa, y es posible que sea por ello ella mucho más valiente que yo, más íntegra, pero cómo no tenerle miedo a mi futuro si a lo que más temo es a mi mismo a decepcionarme a fallarle, a fallarme, a no poder mirarme al espejo, a perder el único resquicio de fe que me queda, la fe en las personas, en el amor, si no soy lo suficientemente bueno como para controlar y pensar en ella, no quedará nada por lo que vivir, nada en qué creer, sin ni siquiera poder creer en mi… ahora bien ésta es la gran pregunta al menos la de hoy, qué me hace más infeliz, y qué me hace peor persona, qué es lo justo para mi, y qué para ella, quizás a lo máximo que podemos aspirar es a que esto acabe siendo lógico, como tantas veces.



Mientras tanto El tiempo pasa, inexorable a nuestros anhelos, lacra mi alma que se arruga y envejece, que se desengaña y aprende, no puedo cuantificar el tiempo, horas, minutos, segundos, valores objetivos, creados por seres subjetivos, imposible que casen. El tic-tac nos enloquece, no entiendo su cadencia, la vibración del cuarzo es fría y exacta, porque no medir el tiempo pues en latidos...


El tiempo pasa, nos ahoga, limita y define, nos engaña y pone trabas, relativiza los momentos y enfatiza los periodos, por qué ha de ser más importante una década que un segundo, si en este último mi corazón latió mil veces. Vivir en el pasado es más duro que avanzar, aún si este fue bueno, aún si tu futuro es incierto. No recordamos los estados de ánimo, recordamos los hechos, no recordamos más que las cosas prosaicas que duraron más de lo que debieran, quizás sea condición humana, quizás tan solo una equivocación.


El viento de invierno agita los árboles desnudos, solo yo parezco apreciar este instante, este instante impuesto e incorrecto esta noche no solo se crearán nuevas parejas y nacerán los nuevos niños del informativo de mañana, esta noche el tiempo inexorable que no atiende a nuestras peticiones ni a nuestra subjetividad, que no entiende de años pasará con la misma dureza invernal de cada noche, sin pararse a agradecer la noche que le consagramos, y así barrerá las vidas de los justos y hará sufrir a los inocentes.


El tiempo pasa, no escuchará ni sus réplicas ni las mías, el tiempo pasa y relativiza tu vida, te impide recordar lo importante, te ahoga y oprime el alma, hay quien dice que cura las heridas, hay quien dice que es tan solo una percepción subjetiva del alma, quién diría que no le importa lo que de él digamos, tanto si le pintamos amargo como salvador sus acciones sobre nosotros continúan invariables.


No me preocupa estar equivocado, me preocupa no estarlo, esta noche pasará exactamente la misma cantidad de tiempo que cualquier otra, no dejemos que nos permita olvidar. Nuestro índice de verdades es siempre menor del tolerable, pero no confío en el tiempo para que lo solucione, quizás sea un confiar en el futuro, quizás. Yo confío en nosotros.



Oph**




(Cada 3 ó 4 días intentaré publicar un nuevo capítulo de la historia, repetiré esta información al final de cada capítulo, que os remitirá aquí, para que leáis desde el principio y no fragmentos inconexos, de cualquier modo, leer un solo capítulo resulta en la mayor parte de los casos bastante sencillo y no suele imposibilitar la comprensión del fragmento, espero que os guste.)


1 comentario:

  1. me esta encantando tu blog, y creo k no ace flta k te diga que eres una gran escritora.
    aun no lo he leido entero(ay k disfrutar de las palabras...) pero no bueno me queda una sentada, jajaja
    un beso muy grande, Jaime Martul.

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