jueves, 13 de octubre de 2016

Barros

A ti que tienes los zapatos llenos de polvo
y no se si es de andar
o de no haber andado.

Que tienes la raíz oxidada en una pregunta
en una verguenza
que bajo la piel me miras
carne al descubierto
eludiendo las tildes
desgastando el tono.

¿Y qué  querrá  decir la maldita pregunta?

Que necesitas pertenecer
que hiere  transitar
que se te enredan las hojas
que se me enferman los frutos
se nos parten las ramas
y el barro ya no te da de comer
si no que se seco en el polvo

que hoy te mancha los zapatos. 

¿Y de dónde tú eres?

h.

domingo, 9 de octubre de 2016

El viejo profesor: Madrar.

Pulsas y pulsas
extranjero en mi sexo
y yo te reconozco 
y me enseñas
y yo te entiendo.

Buscas y buscas
y en el vientre
y en el pecho
y yo no temo, pero tenso
y me levantas la ropa
y desvelas la biologia eterna,
y el deseo a gritos
y la carne prohibida,
tan callada, tan vibrante.

Besas y besas
y cierras la herida
y se abre la veda
y solo si recuerdo lo aprendido
tal vez,
y solo tal vez:

la vida

h.

Astillas

Me han contado historias de sueños que desconocen realidades.
Astillas de madera que cantan 
cuerda percutida,
instrumentos conversacionales. 

Y a lo lejos esta el tiempo
que no existe y se clava
bajo la piel,
miradas que de querer gritar callan,
silencios que de querer sonar besan.

h.

lunes, 3 de octubre de 2016

Madre.






En el primer llanto, en el primer desgarro
te acalla el grito de la vida,
florece la ternura
y te conviertes en aguas.

La primera lágrima salpica tu última sangre
el charco se seca en el piso,
las pisadas no tienen ojos
y los zapatos no entienden de amor.

Del primer trago te sorbo el seso y el alma
objeto intangible, mujer indeseable,
renace la esperanza
y me torno promesa.

Extensión abnegada,
bofetada divina
en la sombra eres penumbra
y así te describes
y ya no hablamos la misma lengua
y ya la saliva está gruesa

y ya la savia dormida.