domingo, 11 de enero de 2015

"El otro lado del espejo"

Me miraste aún con las manos ensangrentadas, llenas de cristales. Consciente de haber roto el puente a la realidad. Jugueteando con la idea entre tus manos, aunque escurra ya hasta los codos y encharque el piso, y los calcetines en los zapatos. Un puente a ti misma, un puente al pasado.

Me la enseñas a mi, que sabes que vengo "del otro lado del espejo" y que no voy. Y yo te devolví la mirada, como se devuelven los besos. Desde el otro lado.
Me la enseñas a mi ahora que puedes, antes de que vengas a mi lado, y entonces no podamos pensarnos, ni enseñarnos nada.
-Ni queramos-

Y te reías... enloquecida y furiosa y vida.

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Me la enseñas a mi, que sabes que no la conozco y que no deseo los puentes, que he renunciado al pasado, a mi, Que mi realidad es ilusoria, y que no la creo más que para colocarme en el tóxico y ligero vapor que exhala al chocar contra el frío, y así parecer como que transito, aún sin piso, y sin calcetines en los zapatos.

Me la enseñas sobre todo porque no tengo futuro en que recordarla y sabes que eso os duele.
La sangre sigue brotando y tu te revuelcas en su olor nauseabundo mientras dure y en su calidez, como si pensaras que puede ahogarme o eclipsarme.
Me la enseñas porque no estoy, porque solo estuve, o estaré, y ni aun entonces podré verla.
Me seduces entre olores y gritos, en sudores y gemidos, tu, te jactas de tu propia mitosis, me seduces en silencios. Y no te das cuenta que no haces sino tender a mi, sino llamarme.

Y me reía... inefable y cuerda y muerte.

Oph

miércoles, 7 de enero de 2015

"Día estrellado".

Allí estaba la esencia, en el fondo de la noche, 
en el borde del día.
En darlo por comenzado sin dar por terminado el 
anterior
Nosotros también estábamos allí, inconscientes en palabra y acto.
En que este ya fuera el 
presente
Aboliendo a gritos, empapados en sudor, deseosos de amar.
Noche, en la que el significado de estos conceptos se disolvía, 
revueltos en la luz, que clara entra, atravesando la mañana, los cristales.
Arremolinando las motas de polvo entre el rayo y la pupila.
Cargando un ambiente que no entiende, que no quiere y no enrarece.
Nuestros estómagos no piensan lo mismo.
Que no respira, que no está. Que no tengo, que no hay.
Nuestras cabezas no pueden sino rugir a traspiés
La luz chillona nos habla de nuestro pecado,
nuestra inmortalidad
Qué fractura más constante, qué dislate
En el borde del vaso se alborozan los suspiros.
“¡Oh, cráneo privilegiado!”
En el fondo hasta los posos se ríen.
Que aun roto y cuadrado sigue rodando,
engranaje sobre engranaje,
cuerpo sobre cuerpo.
Es casi medio día y aun el sol pende de un hilo.
Tan frío y distante como me siento prefiero quedarme aquí contigo.
No, luna no hay. No digas disparates.
¿Hasta
mañana?
Sí.


Oph- 
31 diciembre-1 enero.