viernes, 26 de diciembre de 2014

"Aunque a penas se ve, al fondo, a lo lejos está el mar"

René Magritte


"Aunque a penas se ve, al fondo, a lo lejos está el mar"

Aunque sea un mar de invierno y media tarde. Ese mar que a mi no me espera, aunque allí podría lavar la sangre que sale a borbotones, y las heridas. Sí, si escuece es que se está curando, dicen.

Sí, allá a lo lejos está ese mar, al que se le espera más curativo que la compañía. Ese mar que a ti te espera.

Hay un hombre con sombrero que no nos mira, que no nos ve.
Tal vez él si se haya metido, a pesar del frío y de la vejez. Uno no puede bañarse con sombrero, eso lo pone en todas las normativas, porque luego no puede ponerse a secar como se hace con la carne: junto a las piernas y el corazón. El fieltro cala el alma y la enfría, nadie querría un sombrero constipado.

Sí, ya está muy cerca,
Ese mar que a ti te espera, y a mi no.
Lo huelo en tu mirada, estarías a un paso de zambullirte si quisieras.
Claro que hace frío, claro que no estoy.

No, yo ni si quiera tengo donde ahogarme. Ya ni si quiera en el abrazo.


*10 años después del Tsunami de Indonesia, no todas las penas se las lleva el tiempo, el agua no lo arrasa todo.

Oph.

domingo, 14 de diciembre de 2014

(Reflexión)




Como en un espejo que hiciese aguas te veo sin poder reconocerte,
como si se hubiera roto el reflejo a martillazos,
como si a faltar echara la negrura del fondo y no hubiera entonces reflejo alguno, 
como si a sobrar la luz de la estancia rebosara la figura.

Como en un espejo te veo y no te reconozco, 
como si la vejez no solo hubiera deslucido el esmalte sino al reflejo,
como si la nubosidad hubiera inundado para siempre el cristalino, 
y las arrugas hubieran escarpado el espejo.

Como si en un espejo fuera
me busco con las manos y no me reconozco aunque me toque hasta el alma,
bajo la piel levantada y entre el tuétano abierto.

Como si hiciera falta el tuétano para sobrevivir al hambre y al frío,
(como si aún alguien quisiera eso)
allí me busco. 
Y al no encontrarme solo me quedan las manos ensangrentadas y la tripa vacía,
y la carne lacerada de la búsqueda,
y el tuétano comido,
y el reflejo 
y la distorsión
y todo eso que aún así es poco.

Como en un espejo... 
en un dolor que no me reconozco. 

Oph.

domingo, 30 de noviembre de 2014

With.

"It can't be poeple that don't want to be friends with the girl that starts screaming"

Sin embargo puede que esta sea la única forma de ser coherente y sobrevivir a este mundo "bicéfalo y misceláneo".

En el dislate entre el querer y el saber querer (lo) a veces se nos cuela un beso de paz, que ahoga el grito, que acalla el llanto como lo haría mano sobre boca, labio sobre labio.
- Escucha, aun te late el corazón, aun está vivo, pero hay que dejar de gritar, que así no me oyes las caricias.

A veces entre el beso y el grito se cuela un silencio, frío como una bofetada, y entonces, claro, no se escuchan corazones y no se sabe si mueren o respiran.
A veces entre el delirio de un silencio ensordecedor y una bofetada callada se nos cuela una incomprensión ya hecha cenizas.

A veces, entre las cenizas y el silencio se acaba el beso. A veces entonces respiramos.

Oph.




"Tome el mío"




Te desbordas y vacías sobre mí, y cuando en mí ya no cabes de ti aun te sobra.
"Todo porque te has ido", me dices, y sé que tienes razón.
Sin embargo no me voy del todo, aquí sigo mientras me rebosa tu pena con la mía y tu te vacías, y a mi no me cabes ni un ápice más. Cuando me tuviste me necesitabas tan poco que solo te vaciaste de mí, claro que ahora me deseas con rabia.

Lo siento profundamente, pero es que no me acojo ni a mi, puede que solo sea un cartel de "cerrado por asuntos personales" aún balanceándose en la puerta y que alguien vuelva a por mi.

Tú sigues saliendo y a mi a penas me cabe el aire para respirar, tú te has vaciado hasta desaparecer.

Justo cuando había salido a secarme al sol, aun a pesar del frío y la sal en la piel que tal vez nunca desaparezcan, ni quiero.
Como un pez me miras desde el agua, pero desde el agua no se entiende, hay que saber ahogarse.

No me voy, es solo que no soy como me quieres, no tengo sitio para quedarme.

"Tome el mío, yo me quedo de pie. ¿No querías vivir? Esto es puta vida".

Oph.

"Por fin otoño" De nuevo.

Hoy se me ha metido un otoño por la pupila, tan abruptamente que me ha dejado a un paso de las lágrimas, pero ya llovía fuera, así que me ha parecido exagerar. No importa cuánto lo necesitara.

Hoy me ha comenzado el otoño tan violentamente que casi me acaba.
A lo mejor ya estaba ahí fuera de antes, pero yo no le había visto.
A lo mejor me quedo yo aquí dentro de después, pero eso a penas lo espero, desde luego no lo deseo.

Hoy "por fin otoño", aunque este haya arrancado todos sus colores a la primavera y nos los haya tirado por la ventana antes de tiempo, todos brillantes y mojados.

Hoy tal vez solo se puede esperar que llegue el invierno: yerto, frío y seco, para poder refugiarse uno del color y el brillo.

Que sí... hoy se me han metido en la pupila hasta las lágrimas.

29/11/14
Oph.

jueves, 20 de noviembre de 2014

La vieja y la mar.



Nunca había sentido el ahogo con tanta intensidad, la palpitación desbocada en las sienes, el ardor en la tráquea, la imposibilidad de respirar, los pulmones rebosantes de un aire ligero y anóxico y el corazón repleto de un dolor pesado y anímico. 

Nunca pensé que la tempestad pudiera arrancarte de la deriva hacia el cauce. Para llevarte a una playa frágil y húmeda, con olor a luna y a lágrimas. 

Nunca pensé que a la vuelta de las arenas movedizas, en el temor epistémico, pudiera encontrarme con un consuelo cualquiera, esculpido en la idea de estética teórica, como toda episteme, muy contra-natura, clamando al alma la inexistencia de la misma. 

Y es que hay consuelos tan frágiles que de existir se romperían, que el mero hecho de conocerlos los destruye. Y tal vez ese sea el único consuelo, la existencia de una natura y la imposibilidad de conocerla, por encarnada y redescrita entonces. 

La existencia de un yo incognoscible, y por tanto inviolable, una última frontera sagrada, animal, con olor a sangre y a sexo.

Un último yo que no pueda decepcionarnos. 
Un último tú que pueda ahogarme hasta el final, sin pararse después a mirar la mugre bajo las uñas.

Oph. 

domingo, 26 de octubre de 2014

Ó.




“-I’d prefer the world not to end. Wouldn’t you?
-Probably”

“Esto no es un corazón roto”, es un corazón herido, como se hiere el papel con los trazos del bolígrafo, es un corazón sobreescrito, marcado, aunque ahora haya secado la tinta.

“There’s a poetry in small spaces, isn’t there? Confinement can be utterly beautiful, but only if it’s a matter of choice”

“Esto no es un corazón roto”, es un corazón liberado. Él está en todas partes aunque yo haya decidido que es momento de irme, y eso está bien. Es natural, está como están las perchas y las lavadoras en la casa y en el aire, y nadie levanta la ceja cuando se lo cruza por la casa en un libro o en una postal, porque ahí está, aunque ya no se le espere. Y es que ese ha sido el único y rápido reajuste, como un corte rápido y certero al cordón umbilical, uno que daba dos vueltas. Sí, les juro que me he repasado el cuerpo y no queda un solo cable que nos ate, pero no estoy sola, simplemente suelta, aunque desde el principio era yo quien agarraba. Y a veces la liberación es un insulto.

“Esto no es un corazón roto”, solo un corazón confuso de encontrarse de nuevo no sabiendo amar, y lo que tal vez sea peor, no deseándolo. Tú tampoco amabas, eso lo sabemos los dos, pero aún así te parecía suficiente. La fuente epistémica es contingente en el amor, y en cualquier caso nunca suficiente, balbuceo entre la confusión del adiós. Pero esa herida ya la conocía, esa solo la sobreescribes.

“Esto no es un corazón roto”, es solamente un corazón despeinado en las idas y venidas. Más bien un corazón en venida. Ven-ida, y ahí es a donde voy un poco contrariada. Como si hubiera alguna otra opción.


“Esto no es un corazón roto”. 

Oph