viernes, 8 de octubre de 2010

Poética: lírica violación.


Y así era como lo hacía, a gritos y con violencia, las escupía a la cara, desde la suya propia. Sin preguntarse si quiera el por qué: y jactándose incólume, incluso de su “valentía” por la superioridad, que creía, hacer esto le aportaba. Derrochaba esa fuerza con la que pronunciaba, maltratando sus nombres, a golpes. Golpes de esos derivados de su más absoluta ignorancia, esa de aquellos que no se plantean si esta en ellos tomo cabida o si existe acaso alternativa diferente a ese odio que por todo sienten, ese que a ellas profesan, así éste podría ser amor, así lo es para alguien, a si este acto puede ser bello e idealizado, como algunos parecen hacerles creer, en esa bella mentira que oculta la trágica realidad, de esta existir.
Y sé que mientras esta exista nadie podrá vivir en paz, nadie podrá hacer la guerra, no la plena, tan siquiera por su desconocimiento, y nadie podrá seguir adelante sin tener que mirar atrás a cada instante para ver como estas quedaron de sus detractores en la ciudad maldita, de sangre, herida…
Y es por ello que las violan, sin pausa ni jadeo alguno o éxtasis concreto, sin pararse a pensar entre una violación y la siguiente para ver si quiera si esta que está a punto de acontecer puede ser más leve, difusa, placentera, o dolorosa, sin saber qué ni para quién, o si quiera si pueden escondérsela a los demás para evitarles el horror de la tragedia (que sin embargo esta vez como tantas otras solo me aboca a mi misma a la catarsis) y es paradójico cómo son ellos los que se sienten ofendidos y maltratados por ellas, y su oculta ignominia que nadie es capaz de ver, más que su maldita ignorancia (si es que esta capacidad tiene), y no son más ellas las que odian, sino todos ellos: con fuerza y hastío. Y son ellas, las que indefensas, no pueden más que sentirse dolidas hacia su pequeña alma, la de sus hostigadores, amos y señores, sin los que no pueden existir más que en la mente de las más bellas de las criaturas, esas que por condicionamientos desconocidos, como cabría pensar, en el mejor de los casos, deciden violar su confianza, y su pequeño entendimiento, que por no poder en rigor conocerlas no puede sino errar una y otra vez en su trato, y una y otra vez en sus discursos por la misma falta, en ese punto de no retorno, (en el del eterno retorno, para algunos si consideramos la ignorancia la falta de la vida humana), en el que no requiere ni más puede por su falta inicial y su violación no confesa.
Y así por ellas se sienten traicionados, cuando por fin con otros ellas encuentran la gloria y el amor que no pueden si quiera reconocer como verdadero más allá del juicio externo, sin embargo no las traicionan sino ellos al no tratarlas como es debido por su ignorancia, ya que ellas no son más que sus dóciles compañeras que solo actúan en favor del trato recibido, y no traicionan, sino que son traicionadas.
Y es este el acto de violación más extendido: el de las palabras (y no solo estás, los versos, las sonrisas) ¿qué es al fin sino todo lo mismo?
El cogito, las personas.

Oph*

Sí, con tu colaboración, y sin haberte pedido permiso :)

1 comentario:

  1. Contigo han encontrado la gloria y el amor que no les proporcioné yo:D Espero que ahora se sientan felices:)

    ResponderEliminar