domingo, 19 de octubre de 2014

Oda a la violencia.

          




          Hay orgasmos tan violentos que resquebrajan el cuero, ya quisiera uno que fuera en este caso el alma. Pero no, esa no tiene cura, ni se la quiere. Entonces el abrazo es lo único que te hace encontrar tu cáscara. Cáscara que ha abdicado y ha pasado a formar parte del mundo, bien sabes que solo te quedan las entrañas y que ahí es donde está toda la mierda. Pero aun ciega palpas para recuperarla, aunque solo sea para que abrigue al cuerpo sudoroso. 
   
          Hay sollozos tan violentos que resquebrajan el alma, entonces no conforta el abrazo. Entonces el abrazo es lo único que impide que te esparzas en mil pedazos dejando el piso perdido. Pero eso es lo único que deseas, zafarte del calor y abrirte en dos el pecho, hundiendo los dedos entre las costillas. Con uñas, con dientes si hace falta para exponer el corazón y los pulmones al aire frío y ligero que araña al respirar en la altura. Para darlo todo, porque ya no te queda nada. Y si aun siguiera doliendo, arrojarte en tu locura contra las paredes, al menos hasta la inconsciencia. 

          Y luego eso pasa. Todos sabemos que solo entonces llega la peor parte. Uno a penas puede saber si vive, o si hay cuerpo. Y se agarra al dualismo para encontrar algo que le haga caminar hacia el trabajo, aquí parece que aun peno un poco, allá parece aun duele la garganta, que "hay que vivir", aunque solo sea porque estamos acostumbrados a pensar que eso es lo que hacemos. Y no, el pensamiento no cambia aunque ya haya cambiado la conducta. 

Oph


No hay comentarios:

Publicar un comentario