martes, 17 de mayo de 2016

Travesía. Winnicott.

Gatear a tientas hacia la frontera iluminada
astillas en los pies,
llagas en las rodillas.

Rebuscarse en las cuencas
hundir las manos hasta los codos
y allá seguir ciega,
y acá seguir perdida.

Apagar y enfocar,
distorsionar y encender,
llorar.

Saborear el cuerpo verde,
la hendidura rosácea,
el hombro amarillo.
Lamer un tobillo azul,
una clavícula concéntrica
conocer la ausencia del color.

Estremecer la pituitaria,
desconectar el oído
satenes y satanes,
y llenar y llenar
hasta vaciarse del todo,
hasta reventar.

Caminar a tientas en la frontera oscura,
llagas en los pies,
astillas en las rodillas.

Auscultar entre los vellos
hundirse las falanges viscosas
separar de cada pliegue
y aspirar el olor rancio de la vida
que no tiene ningún misterio.

Dejarse devorar sabiendo que no hay hogar alguno
darse por vencido llenando al otro
parasitar
y si hay suerte,
desaparecer.

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