lunes, 14 de diciembre de 2015

Punto de fuga.

Sobre huir y no saber a dónde.

Sobre huir a cuando me haga mayor y...
o a cuando era pequeña y...
huir a cuando estés aquí,
a cuando yo esté de nuevo allá.

Huir y...
sólo querer huir,
solo querer huir.

Huir hasta llegar y encontrar un nuevo punto de fuga,
un pasado que pesa
un futuro que ahoga,

y huirte
y huirme.

Huir como huyen los que cuentan que Nueva York te enseña a vivir,
con su lengua intrincada en una ciudad que no se entiende,
pero que está llena de oídos.
Huir como aquellos que aún hablan español pero han olvidado de lo que hablan
huir a su conciencia desde la mía que se deshace pero no se olvida,
desde mi conciencia que solo huye, hasta la suya, que sola queda.

Conciencia inmigrante que irrumpe en la conciencia del otro
y que no se asimila,
pero tampoco se aprehende.
Desde mi, que no os pertenezco
y que os siento tan cercanos como distintos,
como distinta me señaláis.

Huir porque no he aprendido a vivir pero sobrevivo,
hasta huir finalmente, a gatas,
hasta mi misma,
hasta sentir que he llegado,
y que aquí me quedo huyendo
y que yo soy mi punto de fuga.

Oph.

No hay comentarios:

Publicar un comentario