viernes, 22 de julio de 2011

Tranquilo.


Tranquilo, Pedro, cógeme de la mano, y agárrala fuerte, todo va a ir bien, ya sé que fuera está oscuro y frío, y aúllan las sombras en la noche, ya sé que dentro estamos tu y yo solos, y que el sonido de mi alocado corazón te retumba en los oídos, pero tranquilo, que tras la noche ha de brillar siempre el sol, aunque ambos sabemos que no es la noche sino una metáfora del corazón.

Tranquilo, Pedro, aquí estamos solos y bien acompañados por la tristeza, que no se atrevería dejarnos solos con nuestros cantos de pena, que no hay nada más extraño que un canto sin la melodía de la pena, y bien sabe ella que no lo soportaríamos, ya sé que el día es claro, y juguetean los rayos del sol en los cabellos de las muchachas, pero tranquilo, que tras el día, la noche llega, aunque ambos sabemos que no es el día sino una metáfora del corazón.

Tranquilo, Pedro, conmigo estarás siempre a salvo aunque ni si quiera sepa ya qué decirte, ni a ver, qué es lo correcto y agradable, atisbe, ya sé que fuera el día es incierto, y que ya no recuerdas bien lo que es estar dentro, pero tranquilo, que la certidumbre es tan solo aquella parte de la incertidumbre que hemos decidido desechar, aunque ambos sabemos, que la duda no es sino una metáfora del corazón.


Oph**

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