La gente seguía de pie,
mirándose con sonrisas perdidas entre la música distante y el presente alcohol.
El humo ya sabemos desde hace años que no queda, que entumecía la atmósfera cargada y aun podía confundirse la vida con su baile y a la muerte con su
olor.
/¿Te quedas un rato y te
acompaño a casa?/No, me voy./¿te vas a ir sola?/Sí./Ten cuidado./Ténganlo
ustedes, que lo tengan los malos./
Rebuscó sus pedazos
en la sala y los montó con cuidado sobre sus zapatos. Salió sin hacer ruido,
con un dedo sobre los labios de las tapas y las orejas arrancadas, bien
empacadas en la cartera.
Salió al aire helado de la ciudad.
Hubiera matado por un
contacto. /Disculpe,/ chocando contra un hombre en el metro, -disculpe-que no había
pedido consentimiento. /¿Me permite?/ Tras haber arrasado ya con el último
poste al que agarrarse de una ciudad temblorosa, todo por si cayeran juntas, asegurarse de caer ella
debajo.
/Es increíble lo frío que
se puso de repente./ Sí, quién diría que estamos en Febrero, invierno lo
llaman, aunque por fin otoño era su costumbre.
/No te lo vas a creer, y
salió sin decirle nada. Y llevaba tres días sin llamar./¿Otra vez?/Desde luego
las hay que se lo buscan,/ el camino, claro y la suerte, que eso ni es suerte
ni es nada, que eso se lo han ganado a pulso.
/Si alguien pudiera
donar, por el amor de Dios, que tengan un buen día y Dios les bendiga y les
tenga en el corazón, si alguien pudiera donar, que Dios les bendiga, si alguien
pudiera donar, que Dios les bendiga,/ que yo no canto pero también tengo los
ojos hambrientos, quién se creería que se pasa hambre en el sofoco y la
multitud, que hablaría si estuviera despierto que lo estaría si tuviera fuerzas,
si viera algo al abrir los ojos, si no se me hubieran caído, entre una vía y un
andén /dropped something?, leave it!. Never go down onto
the tracks, for any reason. Your safety is more important./.
Un día de cielo azul, entrar a un departamento de
cielos naranjas, como días.-/¿una habitación?/ No, que no era español/, no se traducen tan
bien los sueños.
Y allí su abuela, tejiendo abrigos de dos nubes bien enhebradas que no llueven, ni nievan.
Tejiendo en la barriga del buey que se
mueve.
Para un cielo gris para un invierno contaminado.
Y colmenas, de abejas
enfurecidas.
Y suciedad, de ratas de
colas enredadas en sus heces y sus sangres.
Un camino alambrado, un
brazo que se suelta, que se cae del propio frío y que pisa antes de poder
recoger del suelo.
Tres pisos de escaleras y una cama deshecha.
No querer ni encender la
luz para no verse las pestañas, no saber apagar el ordenador para no verse el
silencio y no oír la oscuridad. Desabrochar el sostén sin tener que enseñar a
nadie cómo hacerlo. Desnudarse como si se pusiera ropa y dejarse caer sin
mirarse el cuerpo.
Cerrar esos ojos caídos
entre la vía y el andén, su seguridad es más importante.
Arropar y agarrarse al
borde de la cama.
Dormir.
Oph.