En el primer
llanto, en el primer desgarro
te acalla el
grito de la vida,
florece la
ternura
y te conviertes
en aguas.
La primera
lágrima salpica tu última sangre
el charco se seca
en el piso,
las pisadas no
tienen ojos
y los zapatos no
entienden de amor.
Del primer trago
te sorbo el seso y el alma
objeto
intangible, mujer indeseable,
renace la
esperanza
y me torno
promesa.
Extensión
abnegada,
bofetada divina
en la sombra eres
penumbra
y así te
describes
y ya no hablamos
la misma lengua
y ya la saliva
está gruesa
y ya la savia
dormida.
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