Tal vez me voy, sin ti. Tal vez a dormir, contigo.
Porque no puedo explicarte que te quiero con la lengua amputada sobre una bandeja de plata fría y brillante.
Allí la han dejado tendida, en un escaparate violento y epiléptico junto a esa melena que se cae y enreda la pesadilla que no llega.
Allí, colgando de unas pinzas que se le clavan hasta los goterones de sangre y saliva insomne contra el suelo. A su derecha un maniquí blanco y anoréxico que no la mira, ni se atreve a mirar a su izquierda.
El maniquí abre su boca fría y exhala silencios. Y traga, mirando hacia otro lado.
Tampoco él tiene lengua, ni puede explicarle nada con sus miembros amputados. Ni si quiera tiene sangre, ni saliva, ni gotera.
Y ella tal vez se vaya, contigo. Tal vez a dormir, sin ti.
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