hasta hoy nunca te había escrito
y eso me duele también
-una tímida nota, devorada por las llamas-
quizás sea porque dueles,
pero sobre todo me enseñas:
cuán perdida he estado,
cuán callada,
cuantísimo miedo.
¿le tuve que regalar mi voz a una bruja para conocerte?
quizás porque nunca me imaginé sin voz, ni piernas,
ni de agua hasta el cuello,
pero hoy agradezco cada gota que me ayudó a ahogarme, a gritar
cada gota que colmó el vaso.
últimamente me han dolido muchas cosas,
antiguas y nuevas
el dolor continúa pero ahora quizás fluya, brote, limpie, cree:
y crea y creo que tal vez se termine,
o tal vez no,
pero sea de nuevo tierra, suelo y raíz.
en este dolor si me conozco,
en este dolor, aún a ojos cerrados y a tientas me encuentro yo
y el agua aquí es para beber y nadar
aunque vaya la marea en contra
y aunque a mi me cueste tragar.
incluso con esas puedo:
dar un portazo,
un pisotón,
abrir una ventana
desplegar las alas
y salir a volar.