Solo puede hacerse crema
en la mañana, solo por la mañana hay sol.
Sol para recogerte
madurada, para abrirte canal, hasta sacarte todas las pepitas.
Retirarte las hebras, una
a una y guardarme tus pipas.
Para secarlas al sol. Al
sol de tus mañanas.
No maduran las pepitas,
pero se secan, como los miedos,
Y entonces me los como,
como a los soles y a sus manchas.
Mirarme las manos, los
dedos coloreados de ti, porque a mi sol no me queda. Y tampoco me queda tu
piel, me queda una línea fría de teléfono electrónico, sin cable que nos de la
ilusión de seguirlo hasta el otro lado, pero me quedas tú, en mis manos teñidas
de mañanas y de promesas.
Triturar por último todo
eso que nos sobra, y alimentarnos con eso que nos quede. Hasta hacernos
compañeras, hasta olvidar que alguna vez estuvimos solas.
Consumir, fría o
caliente. Sola y acompañada, contigo si estás, y sin ti si me faltas.
Hasta volver a salirnos
juntas a secar al sol si es que hay lágrimas, hasta volver a entrarnos a mojar
en té.
Echando de menos tus
rutinas, tu sol y tus pepitas.
Oph.