Allí
estaba la esencia, en el fondo de la noche,
en el borde del día.
En darlo por comenzado sin dar por terminado el
anterior
Nosotros también estábamos allí, inconscientes en palabra y
acto.
En que este ya fuera el
presente
Aboliendo a gritos, empapados en sudor, deseosos de amar.
Noche, en la que el significado de estos conceptos se
disolvía,
revueltos en la luz, que clara entra, atravesando la
mañana, los cristales.
Arremolinando las motas de polvo entre el rayo y la pupila.
Cargando
un ambiente que no entiende, que no quiere y no enrarece.
Nuestros estómagos no piensan lo mismo.
Que no
respira, que no está. Que no tengo, que no hay.
Nuestras cabezas no pueden sino rugir a traspiés
La luz
chillona nos habla de nuestro pecado,
nuestra inmortalidad
Qué fractura más
constante, qué dislate
En el
borde del vaso se alborozan los suspiros.
“¡Oh, cráneo
privilegiado!”
En el
fondo hasta los posos se ríen.
Que aun roto y
cuadrado sigue rodando,
engranaje sobre
engranaje,
cuerpo sobre
cuerpo.
Es casi medio día y aun el sol
pende de un hilo.
Tan frío y distante como me siento
prefiero quedarme aquí contigo.
No, luna no hay. No digas
disparates.
¿Hasta
mañana?
Sí.
Oph-
31 diciembre-1 enero.
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