domingo, 14 de diciembre de 2014

(Reflexión)




Como en un espejo que hiciese aguas te veo sin poder reconocerte,
como si se hubiera roto el reflejo a martillazos,
como si a faltar echara la negrura del fondo y no hubiera entonces reflejo alguno, 
como si a sobrar la luz de la estancia rebosara la figura.

Como en un espejo te veo y no te reconozco, 
como si la vejez no solo hubiera deslucido el esmalte sino al reflejo,
como si la nubosidad hubiera inundado para siempre el cristalino, 
y las arrugas hubieran escarpado el espejo.

Como si en un espejo fuera
me busco con las manos y no me reconozco aunque me toque hasta el alma,
bajo la piel levantada y entre el tuétano abierto.

Como si hiciera falta el tuétano para sobrevivir al hambre y al frío,
(como si aún alguien quisiera eso)
allí me busco. 
Y al no encontrarme solo me quedan las manos ensangrentadas y la tripa vacía,
y la carne lacerada de la búsqueda,
y el tuétano comido,
y el reflejo 
y la distorsión
y todo eso que aún así es poco.

Como en un espejo... 
en un dolor que no me reconozco. 

Oph.

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