En mi mano se abren paso tus rizos salvajes,
castaños como los corzos que brincan y hacen cabriolas en los bosques,
dorados y plata como hilos de cobre que a penas distingo de la belleza de tus neuronas.
Si la luz te baña yo me sumerjo en la idea, o en la playa,
si suspiras dormido me transportas al mar.
Y si de este sueño que es tenerte, aunque sea por un instante, para mí
te despierta un canto de sirena
o un rugido de vapor:
amaneces y en la claridad de tus ojos,
de nuevo sale el sol.